12/2/12

EL ARTE DEL TIRO CON ARCO...

La postura del arquero.

Pasado un tiempo en que el arquero se ha familiarizado con la textura, con las formas de su arco y con su esencia, será capaz de percibir como éste permanece en un estado de letargo o de ensoñación al no tener la cuerda colocada, y si somos conscientes de que forma parte de nosotros, de que es una prolongación de nosotros mismos, al sentir nuestra piel en contacto con el arco, notaremos como sus palas, sus fibras, se llenan de vida en el momento del tensado, y notaremos esa energía vital que fluye en nosotros y en cada organismo.


El arquero debe de practicar para ejercitar su conciencia, para relacionarse con su propia percepción, con su cotidianidad, para transitar el camino que le llevará a conocerse a si mismo.
El arco bien sujeto, con firmeza pero sin tensiones. Los pies bien ubicados y aposentados, dando estabilidad. Las rodillas ligeramente flexionadas, cadera alineada y la columna recta que se prolonga de forma imaginaria por debajo hacia el centro de la Tierra.
Hacia arriba un hilo invisible nos mantiene erguida la cabeza y se prolonga hasta el Cielo.
Debe sentirse una unidad con el blanco, con la diana, aunque ésta se halle lejos o sea poco visible.
En ese momento, la diana ya pasa a formar parte de nuestra conciencia.
Estamos basicamente apuntando hacia nosotros mismos, hacia nuestro YO más esencial.

PD.- Bibliografía utilizada para la realización de este texto, "Zen y tiro con arco" de Eugen Herrigel.
PD 2.- La 2ª foto ha sido extraida del más que apañado y socorrido "San Güguel".

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